El paso del tiempo, inapelable,
cuando han pasado los años y echamos la mirada atrás, cual pase mágico, hace que los escenarios se iluminen. Como en la aurora en que todo
lo que nos rodea va cobrando vida, se va coloreando… El sol, aparece y abrillanta
las imágenes mostrándolas con inigualable nitidéz y definción.
Las retratos, las figuras de la
juventud brotan exuberantes para regodeo del alma permitiendo reencontrarnos con nuestra propia historia
personal, con ideales que anudan a todos quienes nos identificó la vocación de
servicio y la camaradería, síntesis de amistad, afecto, lealtad…Y es causalmente
lo que nos relaciona y le confiere a nuestras vivencias una singular
originalidad. Y nosotros sabemos de qué se trata; nosotros sabemos el
significado y trascendencia de los hechos, trances y peripecias que hay tras cada
uno de ellos. Quién mejor que un Gendarme sabe que sus actos son la expresión misma de la ley, de lo
legal, de lo que debe ser. Desde aquel momento inolvidable, “bípedos” que vestíamos
por primera vez el uniforme de fajina o de combate…
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgdNcSYnVpIPTuKcsrwOWhCthfBagxH3S4Qw8CsnInhNtAbkNHuPzGI4vqg2n_ZIVZt6faOSqWmipdtIi4cZT_9tXBycxT9MkpVuJkup6eRsAhfzjN0_SJNVCa_uLijhlCVoKsFHmZrhIdW/s640/Maniobras.jpg)
Eran las últimas semanas de
cadetes, pronto seríamos oficiales de Gendarmería. Eran los últimos ejercicios
de combate, en el campo de instrucción con los músculos tensados, con la mente
ágil, diligente, eso sí siempre pensando en la “salida de franco”. Yo me
preparaba para un cordero asado a la parrilla que toda la “manzana”, la “cuadra”
preparaba para agasajar al futuro Oficial, precisamente novio de una chica del
barrio. Todo estaba en su punto, el uniforme de salida con la chaquetilla de
brin de hilo blanca, almidonada, prolijamente planchada, los zapatos con un
brillo que los hacía resplandecer.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdzJdxQSo2AwFdWOAKlUfh62en8OGvbFVwwL89Jis9KeZYUS-7vWygsva1L3RcHjVEzzXZFHmkn88sESHORgYEfQuKJGPoaWaYMoBuh62ttWzX7JtegdCjNHJzVWKElVo21TFB9Lu0AgBc/s320/Promo+Combate.jpg)
Al cabo de una intensa jornada de
instrucción de combate, con el desarrollo de un ejercicio en el que poníamos a
la vista y consideración de los instructores nuestra capacidad de mando, en
situaciones de alto riesgo y de gran responsabilidad sobre el cuidado y
conservación del equipo, del material, del armamento y de nuestra propia
integridad física, la culminación de la jornada fue satisfactoria. El regreso a
la Escuela de Gendarmería fue entusiasta y animada. Yo pensaba únicamente en salir para ver a mi
novia, participar del cordero asado y disfrutar del franco de fin de semana.
¡NADIE SALE FRANCO…!!!, una orden
que estalló sobre nuestros oídos. La decepción cundió hasta en los espíritus
mas fuertes y capaces de pasar semanas y semanas sin salir franco. Perplejo y
sin conocer el motivo, el rumor corrió como un rayo…¡SE HABÍA PERDIDO UN FUSIL…!!!
El mío, con el número asignado había sido entregado en la sala de armas sin
novedad. Todos decían lo mismo…
Apenas terminado los “movimiento
vivos…” que nos ayudarían a encontrar el fusil faltante salimos al campo
nuevamente para hacer un “rastrillaje…” y así, con excursiones al campo de
instrucción en forma permanente para buscar el fusil una y otra vez y sin salir
franco en ese período…¡EL FUSIL NO APARECIÓ Y FUE DADO POR PERDIDO…” Alguien
que lo halló en esos boques de Ezeiza se lo llevó de recuerdo, lo que se dice
un souvenir…
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