Los “rollos” de marmelero, de cedro… sobre la plataforma de cansados camiones atravesaban longitudinalmente la ciudad por la Ruta Provincial 18. Ora ascendiendo una cuesta lentamente, ora bajando casi convertidos en bólidos hasta estabilizar la velocidad después. Este paisaje típico de la “selva” misionera era un cuadro de la vida cotidiana en Eldorado.
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Pescador del Paraná |
Para los inexpertos como yo las historias de pescadores eran casi incomprensibles. Se hablaba de Manguruyú, Surubí, Dorado y otros peces típicos del Alto Paraná, de su longitud, peso, del comportamiento cuando mordían el anzuelo; unos eran casi mansos, otros que luchaban con braveza exigiendo al pescador el alarde de su máxima fuerza y destreza para no perder la pieza o cortar el hilo de nylon; qué importante era la carnada y la forma de “encarnar”, los iniciados conocían cada paso, cada elemento que debían usar.
Un vecino del Escuadrón 10 “Eldorado” era el “Gringo” Lapchuk. Periódicamente dejaba el aserradero por un par de semanas y se tomaba unos días de “minivacaciones” para estar en su casa, con la familia. Todos los días enganchaba su lanchita de pescador a la camioneta y se dirgía al río Paraná y siempre pescaba unos hermosos surubíes, que gustaba compartir con sus amigos de la Jefatura de Unidad. Muchas veces, fuimos invitados a acompañarlo pero no disponíamos de horas libres para salir de pesca. No obstante, en una oportunidad pude acompañarlo, sin tener conocimientos mínimos siquiera de pesca, pero Lapchuk era un “capo”, siempre tenía por lo menos dos cañas de muy buena calidad, carnada, comida, bebida, todo; me entregó una caña que ni siquiera tuve que arrojarla, él hizo toda la operación y me la entregó no sin antes indicarme que debía estar atento al hilo, a la caña…, observar si se movía de alguna forma que indicara el “pique”.
Fue emocionante percibir un suave movimiento que hizo doblar levemente el extremo de la caña, a lo que el “Gringo” me indicó ¡Dale, recogé el reel, con cuidado pero rápido para que no vaya entre las piedras del lecho del río…!!! Cuando asomó el pescado resulto un hermoso ejemplar de Manguruyú, que en la balanza marcó 35 Kg. En ese momento me sentí un triunfador aunque nunca más repetí la experiencia.
Cuando le comenté a mi Jefe, que desde hacía tiempo venía preparándose para hacer una excursión al río Paraná, sin pérdida de tiempo hizo llamar a un suboficial de escalafón adicional, que se encargaba, entre otras tareas, del serpentario, era el encargado de alimentar las víboras con roedores que él sabía donde obtenerlos… Cuando Martin García se hizo presente, con el Jefe, después de saludarlo se desarrolló éste diálogo:
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Lombrices "Bravas" de Martín García |
J: ¡Vea Martin García, el fin de semana próximo iré de pesca y necesito acondicionar la lancha y mi equipo de pesca para lo que necesito su colaboración, porque me han dicho que quien más conoce de esta cuestión es usted…!!!
MG: Sí mi comandante, tengo experiencia sobre el particular. Es que soy misionero y de la zona de Eldorado, conozco el monte, el río, los caminos…
J: Le quiero pedir que me consiga unas lombrices grandes, gordas, las mejores para ir de pesca porque de eso depende mucho el resultado. Usted ya sabe.
MG: Sí mi comandante, yo le conseguiré las lombrices que usted necesita y estoy seguro que no fallará y tendrá un día de pesca excepcional con las lombrices que solo yo sé donde conseguirlas. Pero antes de ir a buscarlas me gustaría saber si usted quiere las comunes, las mansas o prefiere las otras, las bravas…
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