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Orlando Rigoberto Denegri |
lugar al mundo personal, íntimo, de introspección, del yo, si se quiere, el de la fantasía.
El toque de silencio indicaba el cese de actividades, el dejar de hacer, cerrar los cofres y a la cama....¡ Imaginaria..., apague la luz..!!..¡¡ Nadie más habla..!! Y el mundo de la penumbra inundaba la Cuadra...., una tenue lucecita azulada en la puerta de los baños era el vestigio que el día se había hecho noche. Entonces sí, uno era dueño de sus pensamientos... y estos volaban lejanos, a ciudades del interior la mayoría, donde estaban nuestros padres, hermanos, amigos, quizás alguna novia esperanzada en recibir una romantica carta.
Ahí, y solo ahí, en la intimidad, eramos los autenticos seres, jóvenes en plena transformación, dejando de ser adolecentes para madurar rápidamente, donde nos reencontrábamos con los que queríamos y habíamos dejado lejos.... y seguro que más de una lágrima habrá mojado
nuestra almohada por un amor no correspondido, por una frustración, por una injusticia, por un excesivo rigorismo al cual no estábamos acostumbrado cuando ingresamos a esta nueva vida.....
Hoy..., a casi 50 años,..., poder evocarlos, pienso que nos regresa a aquellos juveniles años.... y nada nos importa si esas, nuestras noches, eran alteradas por algún sevicio de imaginaria, o alguna tarea de orden interno pendiente o algún encuentro desagradable con algún cadete superior...., porque todo eso, no resta nada a aquel mundo fantasioso que llegaba con el silencio", ese mundo irreal donde solo tenía cabida yo, mis sentimientos, mis emociones, mis fantasías..., y la imaginación volaba traspasando las paredes, devorando distancias, para reencontrarse con el mundo de tu casa, tu "secundario", tus amigos y compañeros que recién los habías dejado, cuando cada uno decidió el camino a recorrer en busca de su futuro....., y nosotros, los de aquí adentro, habíamos elegido ser GENDARMES.....
Estoy seguro que a lo largo de la carrera, en alguno de los tantos destinos que nos tocó recorrer, habrá habido alguno en que esos toques se repetían, y si bien las circunstancias eran distintas, siempre esos recuerdos volvían con una nitidez entrañable.
Ah..., de ese mundo irreal, imaginario, emotivo y fantasioso, que el toque de "silencio" habilitaba, también otro toque, "diana", nos despertaba y nos traía al mundo real e indicaba que acababa la quietud y daba lugar a la plena actividad..., un nuevo día despuntaba y nuevas
exigencias nos llamaban a la formación que habíamos elegido y que hoy nos permite, como hombres de bien, enorgullecernos del camino elegido y transitado.
Maduros, canosos y con achaques, estoy seguro que cada vez que oímos esos toques que acompañaron nuestra formación, vibran nuestra fibras otoñales y se abrillantan los ojos porque algún recuerdo emotivo se escapó del arcón de los sentimientos......
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