Un saludo inicial...

¡Queridos camaradas y amigos...!!!


Poco menos que adolescentes, percepciones y paridad en la visión de la sociedad, y con el impulso de la vocación de servicio, cual conexión espiritual, nos llevó a las puertas de la Escuela de Gendarmería.


Allí nos conocimos, allí compartimos la alegría de la vida responsable, severa mas recta y capáz de edificar y cimentar la condición y la conducta, que a la postre nos constituiría en Oficiales de Gendarmería Nacional.

Cuando el ideal -que jovenes nos llevó a presentarnos- y la realidad (50 años vividos) se realizan, es porque un Ser Superior los entrelaza.


Este espacio será el ámbito donde podremos revivir en plenitud nuestra personalidad de Gendarme Argentino, donde podremos expresarnos y vivificar nuestra sangre, rememorando las vivencias que atesoramos en la memoria.


Este saludo es proposición y llamado y -es probable-que el sosiego, la serenidad que brindan los años vividos nos permitan poner a la vista reflexiones oficiosas y prácticas, o quizás de interés...



¡Marchamos a los 50 años...!!!



"RECORDAR ES EL ARTE NO SOLO DE RETENER LO GOZADO, SINO DE RECREARLO CADA VEZ MÁS PURO..."
(Hermann Hesse)

Sylvie Vartan - Si je chante...

Imágenes de la Promoción XXI - Gendarmería Nacional

Curupaytí

jueves, 12 de julio de 2012

¡ PASQUINI, SIRVAN LAS EMPANADAS...!!! por Martín Plomo

La amnesia, esa patología  que se manifiesta con  pérdida completa o parcial de la memoria, en que olvidamos hechos recientes o lejanos en el tiempo…podemos afirmar que está distante de nosotros.
 Sin duda, la amnesia  no es un rasgo que distinga a los gendarmes. Nos gusta recordar  hechos pasados, acontecimientos de la infancia, de la región o lugar de donde procedemos, de las vivencias y experiencias que vamos acumulando y atesorando a lo largo de la intensa vida gendarmística.
Desde los primeros años en la carrera... Así somos y por eso la recordación, la remembranza estan siempre presentes. Y esa capacidad de evocar y rememorar se retroalimenta constantemente en la vida profesional, en las ruedas de casino, en las patrullas en las vigilias de las guardias, del patrullaje…Los más “viejos” son los “encargados” de transferir los testimonios que luego irán transmitiéndose de generación en generación, hasta alcanzar categoría de “historias verdaderas”, irrefutables y que inexorablemente habrán de incorporarse al acervo no escrito, la tradición oral de la Gendarmería Nacional.
Esa actitud peculiar e inseparable de nuestra condición profesional, una vez más aviva la memoria para traer al presente episodios de la vida como Gendarme.
Era el fin de los ’60 y comienzo de los ’70 en el Instituto Penal de las Fuerzas Armadas, en Magdalena, Provincia de Buenos Aires. En este lugar la Gendarmería Nacional, tan “plurivalente” como siempre hemos sido, éramos responsable de la seguridad interna y externa de esas instalaciones.
Debíamos  cuidar de que no se fugara ningún preso, que cumplieran los horarios para todas las actividades del penal y de que se portaran bien, eso sí, sin “maltratarlos”, “sin abusos de los gendarmes  responsables…”
También debíamos localizarlos y traer de regreso a Magdalena a los internos que no se reintegraban  a término de francos especiales que otorgaban las autoridades…Inclusive, éramos responsables del mantenimiento de las instalaciones, de la supervisión y control del Casino de Oficiales. Digamos, todo era responsabilidad de los Gendarmes…
Para las autoridades militares era casi un mito de mal presagio visitar o inspeccionar el Penal. Por eso mismo cuando se anunció la visita del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas en pleno, la noticia fue recibida como un mensaje increíble, impracticable…Sin embargo de inmediato empezaron a “llover” órdenes  de todo tipo y nivel. El pasto, la pintura, el orden cerrado, el uniforme…y por supuesto el almuerzo. Debía ser una comida sobresaliente, superlativa, con mozos impecables, cubiertos y mantelería con la mayor pulcritud . En fin, irreprochable, perfecto…
El Segundo Comandante Silva, el oficial subalterno más antiguo fue designado para organizar, dirigir y verificar  minuto a minuto, segundo a segundo…Se “jugaba la vida…”, su carrera profesional pendía de un hilo, mejor de un almuerzo que debía ser magistralmente servido, sin deslices ni traspiés…
El Penal de Magdalena estaba engalanado y el Director, Coronel del Ejército Argentino, del establecimiento, acompañado por el Jefe del Destacamento (ese era el nivel de entonces)con el grado de Comandante Principal, aguardaban a las ilustres visitas en el portal de acceso. Con las consabidas y habituales alertas sobre el itinerario de la comitiva, que se movilizaba por tierra, en tres automóviles negros, los efectivos propios en prolija formación  esperaban el momento para rendir honores.
En tanto, la sala donde los miembros de tan alto tribunal militar serían minuciosamente informados sobre la organización y el funcionamiento del Penal, recibía los últimos retoques; todas las dependencias, los pabellones con internos seguían lustrando el piso de mosaico; el quincho del Casino de Oficiales, distante unos 200 metros del núcleo principal, preparaba un asado con carne de excelencia, especialmente elegida para la ocasión.
La entrada, preveía unas empanadas salteñas al horno, preparadas por un experto cocinero y especializado en “empanadas salteñas”. Si las empanadas “salían bien”, si los generales, almirantes, Brigadieres retirados, una vez servido el esperado manjar criollo lo aprobaban estarían anunciando una felicitación para todos, especialmente para el Segundo Comandante a cargo de asado y empanadas… En él estaban “depositadas todas las fichas…”
Los encargados de servir la comida eran internos de conducta intachable. Eran Testigos de Jehová, jóvenes muchachos, dignísimas personas de bien, que al cumplir con el servicio militar resultaban procesados por la Justicia Militar por Delitos Contra la Disciplina (Irrespetuosidad, Desobediencia, Insubordinación…). Así éstos jóvenes argentinos, de condición moral sobresaliente debían cumplir condena por una concepción anacrónica de nuestra legislación militar, en el tratamiento de éstas situaciones.
¡Ya vienen…!!! Alertó uno de los soldados camareros y en contados segundos, con el nerviosismo propio de éstas circunstancias en mozos, asadores…,, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, guiado por los dueños de casa iniciaron el ingreso al recinto.
El Segundo Comandante Silva, presuroso,  complacido y ufano se dirige al Mozo principal, un Testigo de Jehová de apellido italiano, disparádole… ”…Pasquini, rápido, empiece a servir las empanada…”
Desconcertado, pasmado…, con el rostro pálido y casi tartamudeando, Pasquini contestó a boca de jarro ¿QUÉ EMPANADAS…???
Silva, desorientado, confundido, quedó petrificado y parecía que ya empezaba a llorar mientras buscaba una salida para huir en cualquier dirección, mientras pensaba…pero si yo ví las empanadas con mis propios ojos…, éstos desgraciados se comieron la empanadas…
Y como sucede cada vez que estamos en el borde del precipicio, aparece un ángel de la guarda, un ser salvador que nos permite seguir con vida. El asador, que estaba siguiendo el incidente se dirige a Silva y le dice ¡Las empanadas estaban en la cocina y ya lasestá trayendo para servirlas…Esto Pasquini no lo sabía…!!!
El almuerzo, las empanadas, el asado, las ensaladas, el postre…dieron lugar a grandes y oportunos elogios de las autoridades presentes, ignorantes de que había un hombre –Silva- que "volvió de la muerte…!!!

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